¡Hace un año dos almas se encontraron! Una de ellas, a esta hora, camino a su provincia de origen – Cádiz – y su ciudad de residencia – Algeciras – (residencia de adopción durante más de 20 años, aquella en la que el hijo de Beatriz de Suabia, el toledano Alfonso X no consiguió defender el Sitio de Algeciras y despojar al sultanato de los Benimerines de la medina de Al-Yazira Al-Jadra: vía de entrada de tropas de África) no dejaba de conversar con Andrés Gutiérrez Lara, el padre de un amigo «Especial», (escritor y amante de la investigación OVNI, íntimo amigo del desaparecido Andrés Gómez Serrano, ex mando de la policía municipal de Algeciras y desahuciado de su cargo policial por un incompetente regente en la alcaldía, insensible, egocéntrico y atacado en el corazón, nada fiable y demasiado traicionero) sobre asuntos de actualidad y vivencias personales de ambos. Las vivencias eran distantes pero cercanas al corazón de dos hombres que sufrieron sus pasados amorosos, sus pasados familiares e inmersos ambos en enfermedades particulares de personas cercanas, personas a las que amaron.
La otra alma, la de una cubano-española, implicada en el asunto en cuestión descansaba desconociendo el futuro que se avecinaba; al siguiente día dos amigos, dos consuegros, unían sus almas en matrimonio, Ronnie y Gloria. Sin embargo, sin esperarlo, sin buscarlo, sin esperanzas ni espectativas esta alma imperecedera, llameante e interestelar horas antes, un día antes del enlace matrimonial, impactó contra los muros herméticos y abandonados de alguien que no dejaba de desear encontrar ese espacio de ilusiones y deseos robados en un pasado desesperanzador e inepto.
Ese alguien, horas anteriores con sus curvas desproporcionadas, sus más de noventa y cinco kilos de peso y su mirada diferente, desafiante al rencor, rodeó una cintura, la besó con casto pero descarado beso en las mejillas y, de lejos, con antelación, quién sabe si premeditada, bienintencionada al fin y al cabo, tras su espera en el restaurante «El Lindero» de San Martín de la Vega en Madrid, guiñó, sin él saberlo, con el corazón en la mano su presencia, la presencia a una escritora que hizo enmudecer sorprendentemente al hijo de Andrés, aquel artífice de una heroica gesta de unir dos almas más allá de sus pretensiones.
Dos almas que se conocían pero se desconocían en este espacio terrenal coincidieron. Cuba y España se volvieron a hermanar, a acariciar, a enamorar. Cádiz y su costa, «La Havana» y su malecón bailaron, lloraron sin esperar una unión tan imprevista, tan deseada. Hilda, Bárbara, Teresa y Antonio brindaron por un nuevo amanecer desde los espacios atemporales de esta, nuestra existencia.
Dos almas ansiosas por vivir, por sentir, por amar, por desearse, por relegar sus experiencias a un pasado sombrío acabaron encontrándose en el camino; un camino en el que durante un año, este primer año (365 días) de vida en común, han llegado a ser una, a recorrer una aventura inimaginable; a realizar una apuesta en común, una convivencia a cuatro bandas, un aprendizaje común, un destino imprevisible luchando contra fantasmas (los que desde una promesa alguien dejó de nombrar). Dos seres que lucharon contra un desahucio inminente que rondaba la traición y el «amparo» de gentuza sin corazón y demasiada ambición monetaria, llena de ira y provocaciones; contra una subasta por tercera vez de una administración (minúscula) llamada de modo irónico: «Seguridad In-social»; contra otra Administración (mayúscula) regentada por D. Paco, quien jamás dejó ni dejará de liar el taco entre sus clientes: sus «Comunidades de Vecinos», esas que prefieren lo malo conocido por lo bueno por conocer y otra administración «Social» que abandonó la responsabilidad de defender los intereses de menores de edad protegidos por sus verdaderos defensores: quien le dio la vida y quien deseó y sigue deseando no dejar de ser la figura paterna.
Felicidades pareja por este recorrido. Enhorabuena por esta apuesta en común. Ánimo en este caminar y suerte en todo lo que se emprenda desde el corazón. Un brindis por Beatriz, sus magnolios y ese Dios que todo lo une, que todo lo perdona, que todo lo provoca con emociones y sensaciones de libertad, de AMOR.
Juanjo Sánchez
29 de octubre, 2016
Madrid