Noctámbulos y soledades

Noctámbulos y soledades

¿Qué sabor impregna en nosotros un café
o una copa en la oscuridad?
¿Qué es la multitud sin la soledad?
¿Qué es la soledad sin tu recuerdo?
¿Qué es el amanecer sin tu olvido?

TODO

¿Qué es lo absurdo sin ti, en tu escondite, en la tierra prometida?
¿Qué son las preocupaciones contigo en la distancia?
¿Qué es la compañía sin tus besos agridulces,
amargos y ácidos en el pensamiento del pasado?
¿Qué son las promesas cuando se incumplieron?

TODO

¿Qué es el amor sin tu sentir?
¿Qué es el cariño que en el pasado abrazaba nuestro amanecer,
y me hacías retozar entre el pergamino rejuvenecido de tu piel?
¿Qué es la vida sin tus noches entre mis sábanas?
¿Qué es la muerte desde los aledaños a un cementerio?

TODO

¿Qué fue lo que respiré cuando te abracé por la cintura?
¿Qué es lo que sentía cuando entre tus curvas vagaba?
¿Qué es lo que pensaba cuando tus entrañas bebía?
¿Qué es lo que contemplaba yo cuando imaginaba?

TODO y tal vez NADA

Fuiste el todo y la nada,
fuiste la premonición y la verdad,
la nada y el todo,
fuiste el poema de un poeta
que por ti dijo muchas veces, muero.

¿Qué hubiese sido de nosotros si no nos hubiesemos comprometido,
si no me hubiese enamorado,
si no me hubieses equivocado,
si no hubiese sentido la traición como hombre de las manos de una mujer?

Quizas NADA

¿Qué hubiese sido de ti si no hubiese llegado aquel condenado viajero sureño,
que hubiesen sido de ellas,
que hubiese sido de mi
si no me hubiese, yo mismo, ahogado?

Quizás TODO

¿Qué hubiese sido de mi si no me hubiese enamorado de la vida,
del aire que respirábamos,
del ron añejo que regaban tus venas ancestrales entre tus Santos;
y los puros habanos que, en aquellas noches de locura,
nos bañaban de misterio y bárbaros recuerdos,
entre abuelas nunca olvidadas?

Tal vez TODO y NADA

Fuiste mi contemplación, mi vida y mi fin,
y ahora me toca a mi resucitar de entre los moribundos que respiran,
cuando se oscurecen sus vidas y me fortalecen mis recuerdos,
entre magnolios en flor, mi Diosmi primavera que florece.

Juanjo Sánchez ©
21 de abril, 2018
A la hora que despiertan tus difuntos.

NOCTÁMBULOS – EDWARD HOPPER

«Los halcones nocturnos (o noctámbulos) pasan el rato en el típico café de los Estados Unidos. Las calles están desiertas, las luces apagadas. La única luz es la del bar y las únicas figuras son estos tres clientes y el camarero, que no interactúan entre ellos.

«Noctámbulos» es un retrato de la soledad de la gran ciudad (en este caso Nueva York). La soledad era la especialidad de Hopper, que pintaba a menudo este tipo de escenas nocturnas, con personajes en silencio, perdidos en sus pensamientos, y sitúa al espectador casi siempre fuera, espiándolos. Todos somos voyeurs, como bien sabía Hopper.

Es extraño: en esta cafetería no vemos ninguna puerta para entrar o salir. Quizás estos noctámbulos vivan en esa pecera.»

Fuente: http://historia-arte.com


«Seguro que en tu soledad interna me observas desde la ceguera de tu cautiverio moral.»
Juanjo Sánchez