En el día mundial de la poesía, entre andenes de autobuses y asientos viajeros, por la ciudad de Sevilla, sobre la sangre fosilizada del árbol: las hojas de una libreta, las musas han derramado versos; dejadas de llevar por el estímulo de la desesperación, de las vivencias contrastadas en la piel de sus zapatos y el cuero desnudo de sus realidades.
En el día mundial de la música solo transcribo lo que me dicen al oído:
«Acostumbrado a que quienes me desconocen no entiendan algo imposible de comprender;
el dolor de la desesperanza,
el escozor agrietado de las suelas de unos zapatos,
el cansancio de noches en vela
bajo la cúpula desgarrada de una iglesia,
cementerio en vida de vivos moribundos.
Acostumbrado a los efectos de la extrema burocracia,
enfadado por la descentralización,
por el exterminio de la dignidad,
por la complejidad del respirar,
por el vapuleo al honor,
por la contradicción de la caridad.
Demasiado apesadumbrado,
acostumbrado o desacostumbrado
al sacrificio de la libertad,
a la vergüenza de no morir,
a la superación por sobrevivir,
a la hipocresía social,
a los puentes dinamitados de la sinrazón;
al carnaval de cuervos reptando,
sin máscaras, a las víboras revoloteando,
a las fieras punzantes
y alacranes indómitos,
carneros con carnes
jacas sin biberones,
estética de la carne,
tatuajes al óleo sin colores
esculturas de grises detalles y oscuros bordones,
carretas grandes
mentiras con hambre;
antifaces sin respeto
imagen borrascosa del despropósito,
Retratos Imperfectos y Espejismos Perfectos.»
Juanjo Sánchez ©
21de marzo, 2018